9/13/2005

Curso de Tensegridad, Maui, 24-26 Marzo

Incluyen lecturas de Florinda y Taisha.

Voladores

Florinda y Taisha hablaron de los voladores. Dijeron que son una especie de seres inorgánicos que se alimentan de la conciencia humana. Estos "servidores del Aguila" comen de nosotros hasta el punto de que la única conciencia que tenemos para los asuntos cotidianos, es usada para la autorreflexión. De acuerdo con Don Juan, los voladores nos han comido hasta los pies, literalmente. Cuánto más egomaníaca es nuestra preocupación, mejor sabor tenemos para los voladores. En cualquier caso y de acuerdo con los brujos, podemos producir una conciencia que es rechazada por los voladores, desarrollada a través de la disciplina e incomestible para ellos, y que podemos conservar. Taisha dijo que había logrado retener bastante conciencia para subirla de sus pies hasta sus rodillas, lo que le permitía percibir mundos fantásticos. Carlos Castaneda la ha desarrollado todavía mucho más. La conciencia de Don Juan cubría su cuerpo entero y su habilidad para percibir era asimismo enorme.

Los voladores son esencialmente energía impersonal, pero predatoria como todos los seres del universo.

Para convencernos de que los voladores son algo más que una mera metáfora, Taisha nos mostró tres fotos; dos eran ampliaciones y mostraban un enorme "volador", una sombra negra en las montañas de México, saltando entre las pirámides.
La figura parecía humana, tenía los brazos cruzados y estaba como orando, con las rodillas dobladas. La ocasión para la fotografía fue un festival de primavera que reunía a cientos de budistas tibetanos y cristianos. La cantidad de conciencia disponible generada por esos grupos era tan generosa que los voladores, de hecho, se hicieron visibles par la película fotográfica.

Cuando Taisha era una estudiante de doctorado en antropología en UCLA, trabajó en una investigación sobre la vejez y la muerte. Por esa época había aprendido a ver a los seres inorgánicos.
Taisha descubrió que las casas de la gente mayor estaban infestadas de voladores comiéndose la conciencia de los que vivían allí. Las funerarias y los cementerios, dijo, son también sitios populares para los voladores.
Después de haber trabajado durante un tiempo, un día volvió a su apartamento y lo encontró lleno de estos seres, que la habían seguido hasta allí. Volaban alrededor de la habitación como grandes murciélagos negros.
Espantada, tuvo que pedir ayuda a Don Juan y ver si él era capaz de deshacerse de ellos. Cuando Taisha logró incrementar su conciencia a través de la autodisciplina, los voladores dejaron de interesarse por ella.
Al pedirle una explicación a Don Juan sobre lo ocurrido, éste le contestó que se "sorprendería al aprender cuan rápido llega la palabra en la segunda atención".


Taisha Abelar y la otra cara de la moneda

Cuando era una joven aprendiz, Taisha rogaba por la atención de don Juan y los otros brujos. Entraba a una habitación en donde se encontraban hablando y se sentaba despacito, con una mirada necesitada y patética en su cara, hasta que alguien le hacía caso. La mayoría de las veces nadie se percataba de su presencia. Continuó así por algún tiempo, hasta que Don Juan decidió hacer algo al respecto. Como ella estaba mendigando atención, Don Juan razonó, debería asumir el papel de un verdadero mendigo y vivir en las calles, pidiendo dinero y comida para mantenerse. Don Juan dijo que ese era el único camino para curarla de su necesidad, y quizá, si tenía suerte, encontraría la "otra cara de la moneda", el complemento de la vida de mendigo.
Taisha se tomó la tarea con energía, incluso construyó un maniquí con un pene en el que coser su vestido. Trabajó en él con tanta obsesión que un día cobró vida. Un día Florinda lo encontró caminando por ahí y Don Juan tuvo que guardarlo en la habitación de Emilito, con la colección de extrañas cosas traídas de la segunda atención, muchas de ellas por el nagual Elías.
Taisha pasaba los días tumbada en las escaleras de la iglesia local. Un día, una mujer que entraba en la iglesia, se agachó para hablar con ella. Le ofreció llevarla a su casa, bañarla, alimentarla y coser sus ropas nuevas. Taisha rechazó la oferta temiendo que la mujer fuera a darse cuenta que ella no era realmente un mendigo.
A partir de entonces, la mujer repetía día tras día su oferta, mientras que Taisha se convertía verdaderamente en el sucio y mentalmente inestable que quería ser. Después de varios meses, aceptó la oferta de la mujer que, a pesar de ser rica y poder ordenar a un sirviente que atendiera a Taisha (quien por aquel entonces olía horriblemente), cuidó de ella personalmente. La bañó, (Taisha presentó resistencia, porque desde su soledad, había desarrollado verdadero miedo al agua), peinó su cabello y le dio ropas nuevas.
La señora parecía dedicar mucho tiempo a asegurarse de que iba todo bien y que Taisha se sintiera confortable. Una vez esto estuvo hecho, la mujer acompañó a Taisha a la puerta, y le dijo que había hecho lo mejor por ella, que debería irse y nunca regresar.
Taisha recuerda a aquella mujer con mucho afecto, porque a través de ella presenció por primera vez la impecabilidad que está en la otra cara de la mendicidad